Los miomas uterinos se pueden tratar sin cirugía.

Una de las molestias más frecuentes en la población femenina antes de la menopausia está relacionada con la aparición de miomas uterinos. Estos tumores benignos que se originan en su mayoría sobre la pared muscular del útero, son padecidos entre el 20 y el 40% de las mujeres, según datos reportados comúnmente en la literatura médica. Por fortuna, sólo una mínima cantidad de ellos es responsable de síntomas delicados que van desde sangrado menstrual abundante y anemia asociada, dolor pélvico o síntomas urinarios, hasta sensación de masa, estreñimiento o como causa de infertilidad. Al llegar la menopausia estos inconvenientes normalmente mejoran, ya que los niveles de estrógenos, hormona femenina que circula en la sangre, disminuyen drásticamente. Sin embargo, las mujeres menopáusicas que toman estrógenos suplementarios no experimentan alivio de los síntomas.

En la consulta, el médico general o el ginecólogo, mediante un examen físico sospecha la presencia de miomas y la confirman con un estudio de ecografía pélvica o de resonancia magnética que ofrece mayor detalle.

La terapia hormonal y el uso de anti-inflamatorios son la primera línea de manejo, siendo efectivo en muchos casos, pero deben suspenderse en un plazo prudencial, para evitar efectos secundarios por uso prolongado, volviéndose a manifestar los síntomas con alta frecuencia.

Otras clase de tratamientos son las miomectomías, cirugías aplicadas con diversas técnicas, algunas menos invasivas que otras, para remover los miomas más sintomáticos. Si bien estas cirugías son exitosas, en situaciones con múltiples miomas se imposibilita la remoción total, reduciéndose su efectividad. Adicionalmente, los miomas pueden volver a crecer luego de este tipo de terapia.

La solución radical y definitiva a esta enfermedad y que es el tratamiento más frecuente es la histerectomía, en la que se extrae completamente el útero, mediante cirugía abierta o por laparoscopia, bajo anestesia general. Esta cirugía mayor está dirigida a mujeres cuya maternidad ha sido completada o quienes entiendan que no podrán quedar embarazadas. El tiempo de recuperación es de al menos dos semanas.

En este escenario, existe una excelente alternativa como terapia mínimamente invasiva que preserva el útero, la cual se lleva a cabo bajo sedación consciente sin sentir ningún tipo de dolor: la embolización de miomas uterinos, que es practicada por un radiólogo intervencionista, quien a través de una pequeña incisión en la piel de la ingle (menor a 5 mm), introduce un catéter o tubo diminuto, dentro de una arteria hasta ubicarlo selectivamente muy cercano al útero, con la guía de rayos X en movimiento para así inyectar partículas especiales muy pequeñas, cortando el riego sanguíneo de los miomas provocando su encogimiento. Muchas mujeres reanudan algunas actividades livianas a las 72 horas y la mayoría de las mujeres regresan a sus actividades normales en una semana. Los estudios muestran una tasa de éxito del 94%, con probabilidad menor al 1% de reaparición de los síntomas, con algo muy importante; se conserva la capacidad de la mujer para procrear.

Este tipo de procedimiento se realiza de manera rutinaria en muchos países desde 1996 y ahora está disponible en Barranquilla. En Agosto de 2008, una de las recomendaciones para la práctica del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos dice: La embolización de miomas uterinos es "segura y efectiva", informe basado en nivel A de evidencia científica; esto quiere decir que son terapias probadas que deben ser ofrecidas a mujeres con este tipo de problema a la hora de discutir con su médico las opciones de tratamiento.

Artículo escrito por el Dr. Alfonso Spath.